Es una pena, porque si se hubiese limitado a explicar las iniciativas que trama la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) para acercarse un poco a la realidad, el discurso le habría quedado incluso bonito. Pero eso de comparar a sus clientes con terroristas me parece tan excesivo como comparar a los directores de cine o músicos tan poco sensibles con dictadores fascistas. En fin, que me quedo con este replanteamiento de posiciones e intento obviar, en la medida de lo posible, el ‘piropo’ del tal Alfonso Cuarón:
“El director de cine mexicano Alfonso Cuarón, nuevo vicepresidente del CISAC, dijo que “perseguir la piratería es tan inútil como perseguir el terrorismo” y se mostró partidario de llevar a cabo medidas “más pragmáticas” para evitar las descargas ‘ilegales’ como “reducir el precio final de las películas y los discos.
(…)
El director mexicano animó a los autores a ser “pragmáticos” e “intentar buscar el diálogo con las grandes empresas y las instituciones para encontrar la manera de combatir la ‘piratería’, con soluciones como por ejemplo ofrecer las películas y discos a un precio más barato”.
Fuente: elmundo.es
6 comentarios
Las medidas del todo no son malas
¿que se cumplan sus espectativas?
lo dudo.
Soy abierto admirador de Cuarón, pero si, suele tener estos desafortunados arranques cuando va un poco puesto..
Es evidente que sin medidas prácticas tampoco se puede perseguir la droga. Es evidente que la clandestinidad puede favorecer a determinados intereses económicos. Y es evidente que la piratería, el terrorismo, la venta de armas y las drogas puede que tengan alguna relación, elucubrando demasiado, pero nadie se atreve a deshilachar el ovillo y por algo será.
Anécdota esclarecedora a propósito de Cuarón: me cuentan que durante la grabación de la música de Grandes Esperanzas en unos estudios de Londres allá por el año 1997, la forma en que este “autor” respetaba la profesionalidad de otro autor (el compositor escocés Patrick Doyle), a los intérpretes de la música (profesores de una reputada orquesta), a los técnicos de grabación, etc, era la siguiente: se le podía ver descalzarse, comer durante las tomas, subirse encima del piano, detener la ejecución de la música en numerosas ocasiones, eliminar fragmentos, imponer cambios sin tener nociones de música, y todo de un modo autoritario, como si los que participaban de aquella grabación estuvieran allí para satisfacer sus caprichos personales.
Es una declaración desafortunada pero bueno, tampoco hay que sacarlo de madre.
Las frikadas que pueda hacer ejerciendo su labor como director, y como musicalizador (que todas sus bandas sonoras suelen ser antológicas) quedan aparte.
Además habría que leer la declaración completa, que tendrá sus ideas bien claras. Lo siento, soy fan.