Alberto Vázquez-Figueroa, uno de los escritores hispano de mayor éxito en los mercados, ha decidido dar un paso adelante en su relación con los lectores ofreciendo sus novelas de forma gratuita en la Red, y a través de un blog personal, de forma simultánea a la venta de ediciones de lujo o de bolsillo a través de los canales tradicionales. Para anunciarlo ha remitido una carta (PDF) a los medios de comunicación:
“A partir de ahora mis novelas se editarán simultáneamente en edición ‘cara’, de las llamadas ‘de tapa dura’, en edición de bolsillo a mitad de precio, podrán descargarse gratuitamente en “Internet” y todos los periódicos o revistas que lo deseen están autorizados a publicarlas al estilo de las antiguas novelas por entregas con la diferencia que en este caso no tendrán obligación de pagarme nada en concepto de derechos de autor”.
Un gesto sin duda valiente e inteligente de quien entiende, al igual que muchos de nosotros, que el actual modelo de mercado cultural y el sistema de derechos de autor están caducos y precisan de nuevos planteamientos. No sé si Vázquez-Figueroa sabrá lo que es el copyleft (él no menciona este término en la carta), pero me extrañaría mucho que no lo supiera.
En cualquier caso, su iniciativa entronca directamente con los postulados de la cultura libre, que se extiende dentro y fuera de la Red: la cultura como derecho básico de la persona y, por lo tanto de libre acceso; el negocio de la cultura, también, pero siempre dentro de un trato justo con el consumidor, aportando valor añadido y con el creador y el usuario como principales protagonistas:
“los lectores que tienen que resignarse a pagar el precio que marca el editor que ha adquirido los derechos en exclusiva de un determinado libro o aguardar años hasta que se edite en bolsillo.
Y desde luego nunca lo obtendrá gratis.
Y se me antoja injusto porque la cultura es tan importante como comer o vestirse, y desde luego mucho más importante que adquirir un coche donde se ofrecen cien gamas de precios donde elegir”.
La carta no tiene desperdicio y hay pasajes que parecen escritos por el propio Lawrence Lessig:
“El mundo del libro tiene la enorme suerte de que no resulta rentable a los ‘piratas’ del ‘Top-Manta’ que tanto daño hace a las industrias del cine y la música, pero por eso mismo, y por la gran competencia de la televisión y todo tipo de deportes de masas, los que lo gestionan deberían plantearse un cambio radical e intentar conseguir lectores antes que beneficios.
Sin lectores no hay beneficios, y cuando haya muchos lectores ya llegaran los beneficios”.
o…
“Personalmente prefiero que me lean dos estudiantes, obreros o secretarias en el autobús por siete euros, que un alto ejecutivo en su cómodo despacho por veinte, porque aunque gane menos si el libro es bueno esos dos lectores se convertían en cuatro y luego en ocho, y resulta evidente que existen muchos mas obreros, estudiantes y secretarias que altos ejecutivos.
Y si el libro es malo ni unos ni otros lo comprarán.
En cuanto al hecho de ofrecerlo gratuitamente en Internet tengo claro que quien lo descargue de la red nunca hubiera comprado mi novela, o sea que prefiero que me lea gratis a que no me lea.
Tal vez la próxima vez se decida a comprar un libro aunque no sea mío”.
Personalmente, debo decir que no soy un especial lector de Vázquez-Figueroa, pero que aprendí a admirarlo tras entrevistarlo y compartir mesa con él y su esposa hace unos años. No sólo por la pasión con que afronta su trabajo, sino también por sus múltiples inquietudes en terrenos como el científico, con inventos de suma utilidad, como la desaladora por ósmosis inversa que, a pesar de su sencillez y escaso coste, aún no ha sido tomada en consideración en su propia tierra, Canarias, donde el agua es precisamente uno de sus más graves problemas.
De entrada, ya te puedes bajar su última novela, ‘Por 1.000 millones de dólares‘ (PDF), sobre la Guerra de Irak. Todo un ejemplo del que deberían tomar buena nota esos fundamentalistas del copyright, con la SGAE a la cabeza, anclados en el elitismo y el pasado.
Vía: elmundo.es
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