Los dos grandes incendios que han arrasado las islas de Gran Canaria y Tenerife estos días tocan a su fin. El primero está definitivamente (crucemos los dedos) controlado y se espera pueda ser extinguido en las próximas horas. Los servicios de emergencias aseguran que el segundo estará controlado esta madrugada (crucemos los dedos también).
Han sido seis días de locura y de fuertes emociones, la inmensa mayoría de ellas tristes. El panorama que va quedando tras la pesadilla es desolador, pero al menos ahora tenemos el campo libre para iniciar de inmediato la recuperación de todo aquello que sea posible. Habrá que evaluar los daños y ver si alguna de las muchas especies únicas ha desaparecido para siempre. Si no, sólo queda repoblar y esperar que nuestros hijos puedan asistir a un espectáculo de la naturaleza como el que nosotros podíamos disfrutar hace apenas una semana. Habrá que ver si llegan las ayudas prometidas y cómo llegan, para que todos aquellos que han perdido algo, mucho o poco, en la desgracia puedan rehacer lo que con tanto esfuerzo habían levantado. Pero habrá cosas de las que uno ya nunca se podrá recuperar, como el dolor, la impotencia y la rabia ante una catástrofe que, de alguna forma, en alguna medida, podría haberse controlado más y mejor.
Las imágenes que he visto hoy son estremecedoras, quizás aún más que las del propio fuego, pues son su terrible resultado. Todo es gris o negro. Todo gris, todo negro. Canarias está de luto, un luto natural tejido por las llamas. Un luto que he incorporado a la bandera de nuestra comunidad, sobre la impresionante imagen de Reuters, como homenaje a la tierra, a aquellos que han colaborado en las labores de extinción y a todos los afectados, en especial a los que de manera heroica arriesgaron sus vidas para defender lo suyo y los de sus vecinos.
Ahora es el turno de las instituciones. Ha quedado demostrado que ni los planes de prevención ni los dispositivos de extinción están a las alturas de las especiales circunstancias de las islas. No es hora de rifirrafes políticos por ver quién sí y quién no. Todos tienen su cuota de responsabilidad en este desastre, y todos deben ponerse las pilas para garantizar que catástrofes de esta naturaleza no vuelven a repetirse.
Lo expresa genial, como siempre, JRMora:
A todos los que me han hecho llegar sus comentarios y correos trasladándome aliento y solidaridad, muchas gracias. A la blogosfera canaria, felicidades, porque ha estado a la altura que se necesitaba. A Canarias, mucho valor, esfuerzo en la recuperación y determinación en la defensa de su medio natural: nunca más. Como bien señalaba Dani en mi primer post sobre el incendio: “No olvidéis ni permitáis que os hagan olvidar“.
Ahora, el futuro.