Había pensado escribir durante la semana un pequeño comentario acerca del anuncio de rediseño del ‘El País’. Iba a decir, sencillamente, que me había entusiasmado la declaración de intenciones expresadas, tanto por Javier Moreno, su director, como a modo de editorial en el artículo titulado ‘EL PAÍS cambia con sus lectores‘, pero que me habían defraudado un tanto los adelantos de diseño y filosofía que se ofrecían en el cuadernillo especial. Como el post iba a terminar con un “en cualquier caso, hará que esperar a su lanzamiento para emitir una opinión”, decidí que lo mejor sería, precisamente, dejar el post para hoy, día de su lanzamiento.
Tampoco me voy a extender demasiado, pero sí quiero expresar mis primeras impresiones, que desgraciadamente van bastante en la línea de confirmar la anterior. Con matices.
- No me ha gustado el tono azul e la tilde que acompaña ya a la cabecera, la hubiese preferido en negro, tal y como luce en elpais.com.
- La portada no me ha impactado nada. Al go más de despliegue gráfico y reducción de noticias para darle un mayor protagonismo a las más valoradas, pero nada más.
- El diseño de las secciones fijas me ha defraudado enormemente. Unos tochos de texto enormes que contradicen claramente lo expresado por Moreno en cuanto a claridad y modernidad, y que se intenta contrarrestar, sin lograrlo, con fotos o infografías de gran tamaño. La impresión que me he llevado es de que estamos ante un periódico más, con una concepción continuista del diseño y con escasos recursos informativos y visuales que hagan atractiva la página e inviten a su lectura.
- El tipo de fuente, que tanto me había gustado en la presentación, en la práctica tampoco parece ayudar demasiado a una lectura fácil y relajada.
- Por contra, me han gustado mucho más las páginas especiales de ‘Domingo‘ y de Opinión, donde sí se ve ese esfuerzo renovador y ese afán modernizador. Aire, recursos, generosidad y buen uso de elementos gráficos…
- En lo que a lenguaje informativo se refiere, otra de las claves destacadas en la presentación, tampoco he visto mayor diferencia con respecto a ‘El País’ de toda la vida o, cuanto mínimo, con el inmediatamente anterior. Los estilos clásicos permanecen y son tratados como tales, sin mayor presencia de esa apertura de lenguajes anunciada.
- De la última, mejor no hablar.
- ‘El País Semanal‘ me ha encantado. Un cambio que sí resulta evidente y un resultado casi perfecto. Armonía de texto y recursos gráficos, excelente distribución de elementos en las páginas, percepción unificada de rigor y diseño… La fuente de texto, quizá demasiado pequeña, un problema.
Evidentemente, este análisis apresurado gravita y responde a los objetivos y anuncios expresados por el propio periódico, es decir a una nueva “revolución” en el sector de la prensa. Y, en mi opinión, más que revolución lo que ha habido es revisión, algunos ligeros cambios en el rompecabezas de la distribución de secciones y algún toque de diseño, más o menos perceptible según la zona del periódico en la que nos encontremos. Pero, desde luego, nada nuevo bajo el sol.
Evidentemente, también, es cuestión de esperar para ver si las intenciones van cuajando en el día a día y en la práctica cotidiana de la Redacción. Los que conocemos este mundillo por dentro sabemos que, por muy avanzado que se tenga el lanzamiento de un nuevo formato, éste no lucirá maduro y en todo su esplendor hasta que no se supere el tiempo de adaptación y sus conceptos y características sean asimiladas y fluyan de forma natural por las mentes y los dedos de los diseñadores, maquetadores, jefes, redactores…
Así que será cuestión de darle algo más de tiempo al tiempo.