Llevaba hace tiempo postergando la necesidad de cambiar de móvil. Lo tenía decidido, pero tenía toda la vista puesta en el iPhone, especialmente porque me encantan los productos Apple y por lo que de ‘revolución’ se supone conlleva el nuevo gadget de la factoría de la manzana. Sin embargo, y gracias a la larga espera que estamos sufriendo los usuarios españoles, he tenido tiempo de documentarme lo suficiente como para decubrir que, detrás del impacto mediático y de márketing, no hay tanto en el iPhone como para aguardar su llegada. Y, lo mejor, que hay algunos terminales, uno en concreto, que lo supera con creces y que se ajusta perfectamente a mis necesidades. Dicho y hecho: desde hace unos días tengo en mi poder un flamante Nokia N95 8GB.
Tiene prácticamente de todo lo que necesito: desde una potente cámara de 5 megapíxeles de óptica Carl Zeiss (más otra de menor resolución auxiliar) a las múltiples opciones de conectividad (Bluetooth, USB, Wifi, Wlan, Lan, infrarrojos, HSDPA, GPS, salida a TV, auriculares…), pasando por toda una amplia gama de prestaciones que lo convierten en el más completo del mercado: pantalla deslizante tres funciones y opción de visualización horizontal/vertical (240 x 320 px), memoria de trabajo de 100 Mb y multimedia de 8Gb (2.000 canciones, 8.000 fotos o 12 vídeos en DivX), sistema operativo Symbian S60 v9.2, reproductor de vídeo, reproductor de música, reproductor de Flash, radio, diversas opciones de ofimática, Nokia Maps, juegos, funciones de upload directas a blogs, Flickr, Vox, YouTube…, lo mismo para descargas de vídeo, música e imagen… y muchas otras funcionalidades realmente útiles y vanguardistas, además de las numerosas aplicaciones disponible para instalación.
Lo que me traía de calle era el hecho de que las herramientas de sincronización estaban concebidas expresamente para Windows, lo cual me resultaba un contratiempo ya que, aunque tengo un PC portátil que uso en el trabajo, prefiero trabajar con mi iMac. Pero hasta eso está ya del todo resuelto gracias a la compatibilidad del N95 con el iSync de Apple y con una serie de plugins lanzados por la propia Nokia para asegurar la compatibilidad de agenda y calendario. Pero, además, Nokia ofrece también el programa Nokia Multimedia Transfer a través del cual puedes no sólo sincronizar con iPhoto e iTunes, sino incorporar el móvil como cámara en la mayor parte de los programas que corren sobre Mac y también utilizar el teléfono como disco externo con acceso a todas sus carpetas (arrastrar y listo).
Es un poco grueso para mi gusto (21 mm), pero compensa. Su largo, con el teclado al descubierto es de apenas 99 mm y su peso es de 128 g. La batería se carga en un plis plas (con el teléfono encendido), y acabo de realizar mi primera carga tras el inicio (hace ya cuatro días), y eso que no he parado de trastear con él. Oficialmente, 5 horas en conversación y 280 horas en espera.
Aparte de todo este despliegue de funcionalidades, los aspectos negativos que he encontrado en la Red y que hicieron que me desencantara del iPhone, al menos en su formato actual, son la imposibilidad de tomar vídeo, la baja resolución de la cámara, el blindaje de la batería, la baja gama de conectividad, la baja calidad del altavoz incorporado, las conexiones incontroladas a la Red y el consiguiente aumento de la factura, el control sobre las aplicaciones, ausencia de soporte para 3G, el toma y daca que se traen con las operadoras y los obligados hackeos, la escasa apuesta por una capacidad realmente impresionante y la exasperante tardanza de su comercialización en nuestro país. Y en cuanto al precio, la diferencia a favor del iPhone es de unos 100 o 200 euros, depende del modelo. El N95 sale por unos 600 euros bajo la fórmula libre (aunque si lo adquieres con Vodafone, por ejemplo, está sobre los 150), pero eso sí con los costes añadidos bien controlados y a cero si te lo propones (excepto llamadas).
Con todo, estoy convencido de que el iPhone pasará a ser mi teléfono de cabecera en un par de años, cuando esté suficientemente desarrollado y suponga ese salto que todos esperábamos. Aunque también habrá que ver lo que hace la competencia. Pero aquí y ahora, me temo que el iPhone no es rival para este que ahora luce en mis manos.