Acaba de ocurrir, y no he publicado antes porque estaba celebrándolo como merecía: la Comisión de Economía del Congreso se acaba de cargar la Disposición Final Segunda de la Ley de Economía Sostenible (LES), conocida popularmente como ‘ley Sinde’, un texto que amenazaba seriamente las libertades en la Red en pos de la ‘salvaguarda de la propiedad intelectual’, es decir en detrimento del interés general frente al particular.
Prácticamente todos los grupos parlamentarios se habían desmarcado ya esta mañana de la citada ley, bien pidiendo su separación de la LES, bien pidiendo la retirada de la LES en su conjunto, o bien a través de enmiendas parciales. Sólo CiU negociaba hasta última hora, hasta que finalmente anunció el desacuerdo con el PSOE. El resultado final de la votación: 20 a favor de la supresión, 18 en contra y 1 abstención.
Como todos sabemos y los neófitos podrán comprobar fácilmente, la cosa ha sido en extremo complicada. En primer lugar, por la habilidad del Gobierno de incluir esta ley en el paquete general de la LES, lo que provocó no pocas confusiones y dudas entre los grupos que, rechazando la ‘ley Sinde’, eran partidarios de otros capítulos del proyecto general. Y también entre los internautas que rechazaban el texto, algunos de los cuales entendieron (espoleados por algunos partidos con intereses más allá de la ‘ley Sinde’) que la única vía para rechazar el invento de la ministra de Cultura era oponerse a la LES en su conjunto.
Hoy se ha visto que no. La LES sigue adelante, pero sin la alforja de este adefesio de ley que nos querían colar. Por tanto, hay que felicitar a todos los que han puesto su granito de arena en esta cruda batalla: los distintos movimientos que se han sucedido (Manifiesto, RedSostenible…), el conjunto de los internautas comprometidos, los medios sensibles con las libertades en la Red y también a los políticos y partidos que han dado, más tarde o más temprano, un paso al frente.
Pero, al tiempo de la celebración, es también momento para la advertencia contra la euforia desmedida: los promotores de la ‘ley Sinde’ lo volverán a intentar, como ya se intentó en ocasiones pretéritas. Y ante esto no cabe otra que mantener las posiciones e incrementar las tareas de concienciación de políticos, partidos y sociedad civil. Los dos primeros, porque son ellos los que definitivamente votan las leyes; la segunda, porque sólo su presión puede influir en estas votaciones.
Por eso, resulta vital que reivindiquemos el inicio de un proceso de adaptación de las leyes de propiedad intelectual a los tiempos que corren, armonizando en todo lo posible los derechos de los creadores con los de los ciudadanos, pero teniendo como norte que ningún derecho particular puede estar por encima del derecho general y de las garantías constitucionales. Ése es el auténtico reto y ése debe ser nuestro gran objetivo.
Como digo, felicidades a todos porque esto es obra de muchos, miles,… quizá millones. La ‘ley Sinde’ ha muerto. Y ciertamente, creo que son muy pocos los que llorarán por ella.
Foto: publico.es