Que en plena crisis y paro galopante nos paseen por el rostro un programa de estas características, tiene sus bemoles, pero que encima el ‘unreality show’ de adoratrices del capital se recree y prime los peores valores del empresariado frente a aquellos que caracterizan a una empresa moderna resulta ya una provocación y un despropósito absolutos: puñaladas traperas, pelotilleo, trapicheo, desprecio de la solidaridad, agresividad, chivateo…
Cinco conclusiones he sacado tras ver el primer capítulo de este aberrante ‘El aprendiz‘ que anoche puso en marcha La Sexta:
- Que no sé cuántas carreras, no sé cuántos idiomas y otros tantos másters no dan para vender aceitunas en un mercadillo.
- Que despedir no es tan duro como reza en el eslogan del programa, basta con señalar con el dedo y poner cara de póker.
- Que Bassat desconoce o es capaz de ignorar conscientemente que un líder es el máximo responsable de un proyecto, con todas sus consecuencias, para lo bueno y para lo malo.
- Que cometer múltiples errores no tiene consecuencias si eres lo bastante despreciable como para traicionar a tu equipo. Siempre habrá un cabeza de turco.
- Que cometer un error y ser honrado tiene consecuencias funestas. Normalmente, la de convertirte en cabeza de turco.
Con estos mensajes, no me extraña que caiga la que está cayendo. Lo que me sorprende es que no caiga aún más.