60 millones de canciones usadas sin permiso. Suno se enfrentó a una demanda y ahora se alía con Warner

Warner denunció a Suno antes. Ahora se asocia. El enfrentamiento dio paso a la negociación, y esta, al negocio. El acuerdo incluye el lanzamiento en 2026 de nuevos modelos de Suno.

05 de diciembre de 2025 a las 14:05h
La industria musical aprende a digerir la tecnología
La industria musical aprende a digerir la tecnología

En junio de 2024, Warner Music Group, junto a Sony y Universal, presentó una demanda contra Suno. La acusación era grave usar millones de canciones sin permiso para entrenar inteligencia artificial capaz de componer música. No se trataba de copiar una pista, sino de alimentar algoritmos con el sudor creativo de generaciones de artistas. Dos años después, sin embargo, todo ha cambiado. Warner y Suno no solo dejan atrás la batalla judicial, sino que anuncian una alianza. La música se transforma. Y con ella, el negocio de la música.

Del juicio a la alianza

La paradoja es tan grande como el salto tecnológico que estamos viviendo. Suno, una plataforma de inteligencia artificial que permite crear canciones completas a partir de frases como "una balada pop en estilo años 80 con sintetizadores y voz femenina", creció casi sin ruido. Hoy tiene cerca de 100 millones de usuarios. Sus algoritmos aprendieron de decenas de millones de canciones. Muchas de ellas pertenecen a los sellos que ahora la respaldan.

Warner acusó entonces. Ahora se asocia. El enfrentamiento dio paso a la negociación, y esta, al negocio. El acuerdo incluye el lanzamiento en 2026 de nuevos modelos de Suno, completamente licenciados, que reemplazarán los actuales. Pero lo más significativo no es la tecnología es el control que se otorga a los artistas.

"compensar y proteger a artistas, compositores y la comunidad creativa" - Robert Kyncl, CEO de Warner Music Group

 

Las palabras de Kyncl suenan a reconciliación. Pero también a realpolitik. Porque detrás de la retórica de protección hay una realidad incómoda la IA ya está aquí. Y si no puedes detenerla, la mejor estrategia es moldearla.

Control, acceso y dinero

Artistas como Lady Gaga, Coldplay o Ed Sheeran podrán decidir si sus voces, nombres o melodías entran en el mundo de la música generada por IA. Por primera vez, los creadores tienen voz sobre cómo se usa su identidad digital. Es un paso simbólico, pero también práctico. No se trata solo de derechos de autor, sino de identidad, de imagen, de lo que significa seguir siendo un artista en la era algorítmica.

El acuerdo no revela cifras. No sabemos cuánto pagó Suno ni cuánto recibirá Warner. Pero sí sabemos que Suno cerró una ronda de financiación de 250 millones de dólares con una valoración de 2.450 millones. El dinero habla. Y habla fuerte.

También cambia la experiencia del usuario. A partir de ahora, descargar canciones creadas con Suno exigirá una cuenta de pago. Hay límites. Hay opciones para comprar más. El acceso gratuito da paso a un modelo de suscripción, más cercano al streaming que al experimento amateur. La puerta se abre, pero con tarifa.

La industria musical aprende a digerir la tecnología

Este no es el primer choque entre arte y tecnología. En los años 2000, Napster desafió a las discográficas con el intercambio de archivos. La respuesta fue judicial, luego comercial llegó iTunes, luego Spotify. El streaming acabó generando ingresos, aunque desiguales. YouTube, a pesar de las quejas iniciales por bajos pagos, se convirtió en una plataforma esencial para la promoción musical.

Y ahora llega la IA. La historia no se repite, pero rima. Primero el miedo. Luego las demandas. Después, los acuerdos. Finalmente, la integración. Universal ya firmó con SoundLabs para ofrecer clonación vocal a sus artistas. Y en noviembre de 2024, las tres grandes Universal, Sony y Warner cerraron acuerdos con KLAY para entrenar un modelo de música con contenido licenciado.

Suno y Udio siguen siendo demandados por Sony y Warner. La guerra no ha terminado. Pero el frente se estrecha. Algunos ven en esto una rendición. Otros, una adaptación inteligente.

"La industria musical lleva décadas perfeccionando su capacidad para absorber cualquier disrupción tecnológica. Lo hizo con Napster, con YouTube, con el streaming y ahora con la IA generativa. El patrón se repite primero la resistencia moral, luego las demandas, después el acuerdo y finalmente la instrumentación" 

 

¿Dónde quedan los artistas?

Irving Azoff, fundador de Music Artists Coalition, no disimula su escepticismo. Para él, el artista termina con migajas. La tecnología avanza, las discográficas negocian, los usuarios crean. Pero el centro creativo, el ser humano detrás de la canción, ¿dónde está?

Quizá la pregunta no sea si la IA destruye la música, sino qué tipo de música queremos. ¿Una industria donde cualquier persona pueda componer una canción con solo escribir una frase? ¿O una donde el valor del artista siga ligado al esfuerzo, al tiempo, al riesgo emocional de crear?

El trato entre Warner y Suno no responde a eso. Pero lo acerca. Y mientras tanto, los modelos avanzan, los acuerdos se firman y la música sigue sonando. A veces, sin saber quién o qué la compuso.

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