En una época en la que la tecnología parece querer fundirse con el cuerpo humano, las gafas Halo X irrumpen como un nuevo hito en la fusión entre inteligencia artificial y vida cotidiana. Desarrolladas por una startup fundada por exestudiantes de Harvard, estas gafas prometen algo tan ambicioso como dotar a sus usuarios de una inteligencia sobrehumana. No mediante cámaras ni imágenes, sino a través del sonido. Escuchan, transcriben, interpretan y devuelven información útil en menos de un segundo. Todo sin grabar video, pero con una capacidad de escucha que plantea nuevas preguntas sobre privacidad y ética.
Las gafas que escuchan para hacerte más inteligente
El funcionamiento es tan simple como sofisticado. Las Halo X capturan el audio del entorno, transcriben las conversaciones en tiempo real y procesan lo dicho para ofrecer respuestas inmediatas. Si alguien menciona un concepto técnico, una obra de arte o un término extranjero, las gafas muestran en su pantalla interna una definición, una ficha o una traducción automática. Este sistema, que opera con una latencia promedio de 900 milisegundos, utiliza dos motores de inteligencia artificial: Gemini de Google para el razonamiento y Perplexity como buscador contextual. La combinación permite no solo responder preguntas, sino entender el contexto en el que se formulan.
El hardware está diseñado para pasar desapercibido. No hay cámara, pero sí micrófonos y altavoces integrados. La pantalla, de tipo waveguide, es visible únicamente para quien las lleva puestas, lo que evita distracciones visuales para los demás. Con una autonomía de ocho horas, las gafas dependen de un teléfono móvil y una aplicación intermedia para realizar la mayor parte del procesamiento. Esto aligera el dispositivo, pero también centraliza el flujo de datos en un ecosistema que requiere confianza absoluta en la seguridad de la información.
Sobre la privacidad, Halo afirma que el audio se transcribe y luego se elimina inmediatamente. Prometen cifrado de extremo a extremo y aseguran que están trabajando para obtener la certificación SOC 2, un estándar internacional que valida prácticas rigurosas en la gestión de datos. Sin embargo, no existe actualmente un indicador visible que avise a los interlocutores de que están siendo escuchados. Esta ausencia ha generado críticas. Escuchar sin ser visto puede ser tan poderoso como peligroso.
El pasado de los fundadores añade complejidad al debate. Antes de Halo, experimentaron con sistemas de reconocimiento facial no autorizados en las gafas Ray-Ban de Meta, una acción que desató polémica sobre el uso ético de la tecnología portátil. Esa historia pesa. No se trata solo de lo que las gafas pueden hacer, sino de cómo se usan, quién controla los datos y qué normas rigen su funcionamiento. La tecnología no es neutral, y su diseño siempre lleva una intención.
Las Halo X aún no están en tiendas. Se pueden reservar desde 249 dólares (223,13 euros) en la web oficial, sin fecha de envío concreta ni confirmación de distribución en Europa. Aun así, su mera existencia marca un antes y un después. No son solo un gadget, sino un espejo de nuestras aspiraciones y temores frente a una inteligencia que ya no vive solo en las máquinas, sino que camina con nosotros, escucha con nosotros y, quizás, piensa por nosotros.
- Transcripción y análisis de conversaciones en tiempo real
- Traducción automática y acceso a definiciones contextuales
- Dos motores de IA: Gemini para razonamiento y Perplexity para búsquedas
- Cifrado de extremo a extremo y eliminación inmediata del audio
- Reserva disponible desde 249 dólares, sin fecha de envío confirmada
Lo más fascinante de las Halo X no es su velocidad o su diseño, sino la pregunta que nos obligan a hacer: ¿hasta dónde queremos ampliar nuestra mente, y a qué costo? Detrás de cada dato, hay un alma que escucha. Y ahora, también unas gafas.