En una oficina cualquiera de Madrid, una trabajadora responde una llamada. Su voz es calmada, profesional. Lleva años atendiendo reclamaciones de seguros, escuchando historias de vehículos averiados, de viajes cancelados, de electrodomésticos estropeados. Pronto, esa voz podría no ser necesaria. No porque su trabajo haya sido mal hecho, sino porque una voz sintética, alimentada por inteligencia artificial, ya sabe responder con precisión, sin pausas para el café, sin permisos por enfermedad, sin nómina al final de mes.
La máquina entra por la puerta
Allianz Partners, filial del gigante alemán Allianz, ha anunciado a sus representantes sindicales en España una posibilidad que suena a advertencia una reducción del 20% de su plantilla. Eso se traduce en unos 320 puestos de trabajo en riesgo. La fecha no es inmediata. El ajuste se prevé entre 2026 y 2027. Pero el motivo ya está sobre la mesa. La inteligencia artificial no solo llega, sino que viene para quedarse, y para sustituir.
La empresa no lo oculta. En un comunicado, reconoce que la tecnología está revolucionando el sector y que deben adaptarse. Más de dos tercios de sus empleados en España pasan el día gestionando llamadas de clientes. Una labor repetitiva, previsible, perfecta para ser digitalizada. Asistentes virtuales ya están tomando el relevo, aprendiendo de millones de interacciones, imitando el tono humano, resolviendo incidencias sin levantarse de su servidor.
"Estamos evaluando cómo fortalecer nuestra posición como líderes del sector aprovechando la IA"
La frase suena a estrategia de futuro. Pero detrás hay un presente incómodo. La integración de Multiasistencia, adquirida en 2018, ya dejó tensiones. Ahora, con los algoritmos avanzando a velocidad exponencial, la empresa mira el reloj. Y no es la única. En Estados Unidos, HP, Amazon, Apple y Meta ya han ejecutado recortes vinculados a la automatización. No es una crisis, es una transformación silenciosa con nombre propio inteligencia artificial.
El costo humano del progreso
Fuentes sindicales en España no disimulan su preocupación. Acusan al grupo Allianz de tener una obsesión clara alcanzar un beneficio global de 20.000 millones de euros en 2030. Y temen que, para llegar a esa cifra, la humanidad pase por debajo de la rueda.
"La única obsesión del grupo Allianz es alcanzar un beneficio global del grupo de 20.000 millones de euros para 2030, aunque eso suponga recortar miles de empleos por el camino"
La advertencia es clara. Si las prejubilaciones y bajas incentivadas no cubren los recortes planificados, vendrán los despidos. Y no son solo trabajadores españoles. A nivel global, Allianz Partners prevé reducir entre 1.500 y 1.800 empleos en los próximos 12 a 18 meses. Una avalancha silenciosa que se extiende más allá de nuestras fronteras.
El dinero detrás de la IA
La inversión en inteligencia artificial no es un capricho. OpenAI, Meta, Amazon y otras grandes tecnológicas han destinado este año más de 400.000 millones de dólares a centros de datos, infraestructuras y chips especializados. El rey de este mercado es Nvidia, fabricante de microprocesadores que alimentan el cerebro de los modelos de IA. El dinero fluye, pero también crece la presión para que esa inversión se traduzca en productividad real.
Y aquí surge una pregunta incómoda ¿estamos ante un salto tecnológico histórico o ante una burbuja a punto de estallar? Expertos e instituciones advierten que las valoraciones actuales solo se justifican si los algoritmos no solo suenan inteligentes, sino que generan beneficios tangibles. La automatización de tareas como las de Allianz Partners es una prueba de fuego. Si funciona, el modelo se replicará. Si falla, el costo será humano y económico.
Adaptar con humanidad
Desde Allianz Partners España insisten en un matiz esencial. No quieren ser los primeros en ajustar su plantilla a cualquier precio. Buscan hacerlo con humanidad, respeto y seriedad. La palabra "traumática" aparece en sus declaraciones. Intentarán que el proceso sea lo menos doloroso posible. Pero, ¿qué significa eso cuando hablamos de cientos de personas que podrían perder su trabajo?
"Se va a intentar que sea de la forma menos traumática que sea posible"
La tecnología no tiene emociones. Pero quienes la implementan, sí. Y quienes la padecen, también. La transición hacia una empresa más digital no es solo un asunto de eficiencia. Es un desafío ético. ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de una multinacional cuando reemplaza a sus empleados por líneas de código? ¿Qué futuro tienen los trabajadores cuyas habilidades ya no encajan en el nuevo modelo?
La historia está llena de momentos así. A principios del siglo XX, los telégrafos hicieron obsoletos a los mensajeros a caballo. Las máquinas de escribir desplazaron a los copistas. Pero ahora, la velocidad del cambio es distinta. No son décadas. Son meses. Y la inteligencia artificial no solo sustituye trabajos manuales, sino tareas cognitivas, emocionales, relacionales.
Quizá la ironía más amarga sea esta una tecnología que promete humanizar la atención al cliente con respuestas más rápidas, más precisas esté, al mismo tiempo, deshumanizando el lugar donde esas respuestas nacen.