Hasta 16 meses de retraso en la supervisión de IA de alto riesgo: Europa prioriza estándares sobre plazos

Antes de imponer el cumplimiento de la norma, deberán haberse publicado los estándares de lo que es y no es aceptable que hagan estas herramientas.

20 de noviembre de 2025 a las 16:05h
la supervision de IA de alto riesgo en europa
la supervision de IA de alto riesgo en europa

La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, pero la burocracia tiene sus propios tiempos. En Bruselas, la Comisión Europea acaba de proponer algo que suena contradictorio retrasar la aplicación de una norma que ya está en vigor. El reglamento europeo de IA, que entró en escena en agosto de 2024, debía aplicarse por completo en agosto de 2026. Ahora, se sugiere posponer uno de sus aspectos clave hasta diciembre de 2027. Un retraso de hasta 16 meses en la supervisión de los sistemas de IA de alto riesgo.

¿Por qué esperar más si la ley ya existe? La justificación oficial es clara antes de exigir cumplimiento, hay que saber exactamente qué se espera del cumplimiento. Antes de imponer el cumplimiento de la norma, deberán haberse publicado los estándares de lo que es y no es aceptable que hagan estas herramientas. Es como aprobar un examen práctico de conducir antes de tener el manual del coche. Suena raro, pero también prudente. La idea es que las empresas, los gobiernos y los desarrolladores no entren en un laberinto legal sin conocer los caminos permitidos.

Los sistemas de IA de alto riesgo no son simples chatbots o filtros de fotos. Hablamos de tecnologías que deciden quién entra en una universidad, quién consigue un empleo, quién es identificado a distancia por su rostro o huella dactilar, o incluso cómo se gestionan las fronteras. Son decisiones con impacto directo en la libertad, la privacidad y el acceso a derechos fundamentales. La supervisión de los sistemas de IA de alto riesgo se retrasaría hasta diciembre de 2027, y ese lapso no es menor. Es tiempo suficiente para que las empresas ajusten sus productos, pero también para que las presiones políticas y comerciales modifiquen el rumbo.

"Más parece una rebaja de estándares de seguridad, que una simplificación de procesos" - Ibán García del Blanco, ex-eurodiputado

El aviso llega desde quien conoce bien el terreno. García del Blanco no ve en esta medida una simple pausa técnica, sino una concesión. El reglamento de la IA comportaba ya un equilibrio delicado entre tecnología y protección de derechos. Y ese equilibrio, tan propio del modelo europeo, ahora corre peligro. ¿Se está cediendo terreno a las grandes tecnológicas bajo la excusa de la claridad? Es una pregunta que flota en el aire, sobre todo cuando la Comisión también anuncia nuevas vías para facilitar el acceso a datos para entrenar modelos de IA.

El proyecto incluye novedades en protección de datos, como la creación de "laboratorios de datos", una figura aún en borrador, pero que promete permitir el uso de datos sensibles bajo estrictas condiciones para impulsar la innovación. Suena bien, pero también suena difuso. ¿Quién controlará estos laboratorios? ¿Qué datos estarán disponibles? ¿Y quién define el riesgo? Son preguntas sin respuesta clara por ahora.

Y mientras el debate sobre la IA de alto riesgo se enreda en plazos y estándares, hay una noticia más cotidiana que podría alegrar a millones de usuarios la normativa sobre cookies se va a modernizar. Por fin, los interminables banners de consentimiento podrían reducirse. Se podrá decir sí o no con un solo clic, y esas preferencias se guardarán automáticamente. Limitará el número de banners y permitirá indicar el consentimiento o negarlo con un solo clic. Es un pequeño alivio digital en medio de un debate gigantesco.

Lo curioso es que todo esto ocurre en un contexto donde Europa intenta marcar la diferencia no quiere ser ni Silicon Valley ni Shanghái. Quiere una IA ética, regulada, centrada en las personas. Pero cada retraso, cada flexibilización, cada anuncio de "simplificación", suena como una concesión. No necesariamente a la tecnología, sino a quien la domina. Y en ese juego, la confianza del ciudadano es la moneda más frágil.

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