Hasta 20 personas pueden hablar con ChatGPT al mismo tiempo: la IA actúa como anfitrión, no solo como respuesta

La función está en pruebas y llega primero a usuarios seleccionados en Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán. No importa si tienes una cuenta gratuita o de pago.

19 de noviembre de 2025 a las 06:05h
la IA ya no responde solo a uno, nuevo servicio para grupos
la IA ya no responde solo a uno, nuevo servicio para grupos

Hasta ahora, hablar con una inteligencia artificial era una experiencia solitaria. Como si mantuvieras una conversación en una cabina telefónica del futuro, solo tú y la voz al otro lado del hilo. Pero eso está cambiando. OpenAI ha comenzado a probar algo inédito chats grupales en ChatGPT, donde hasta 20 personas pueden conversar con el asistente al mismo tiempo. Ya no se trata de una charla íntima, sino de una reunión colectiva, casi como si el propio ChatGPT fuera el anfitrión de una mesa redonda digital.

La función está en pruebas y llega primero a usuarios seleccionados en Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán. No importa si tienes una cuenta gratuita o de pago. La clave no es el bolsillo, sino la geografía. Y aunque suene limitado, estos ensayos regionales suelen ser el primer paso hacia una expansión global. OpenAI lo sabe bien. Así empezó con el chat individual. Ahora apuesta por el diálogo en grupo.

Imagina planificar una cena entre amigos, diseñar un proyecto escolar o tomar decisiones en equipo, con ChatGPT participando como un miembro más del grupo. No solo escucha, sino que responde, reacciona con emojis, guarda silencio cuando otros hablan, y hasta reconoce las fotos de perfil. Es como si hubiera aprendido etiqueta digital. Todo gracias a GPT 5.1, un modelo específico entrenado para entender el ritmo social de una conversación múltiple, algo mucho más complejo que responder preguntas una a una.

Para crear un chat grupal, basta con tocar un ícono en la esquina superior derecha. Desde ahí puedes invitar a otros mediante un enlace. Al aceptar, cada persona debe configurar un perfil con nombre y foto. Nada de entradas anónimas. La identidad importa. Y una vez dentro, los participantes pueden salir cuando quieran, expulsar a otros (salvo al creador) y mantener la conversación viva como si fuera un grupo de mensajería cualquiera, aunque con una diferencia clave el asistente no solo responde, sino que participa.

Y aquí surge un detalle revelador si uno de los miembros es menor de 18 años, ChatGPT ajusta automáticamente el contenido para proteger a todos. Como si bajara el volumen del mundo. No es censura, es responsabilidad. La IA modera su propio lenguaje, anticipando lo que podría incomodar, ofender o exponer. Es una medida sutil pero profunda, que muestra cómo la tecnología empieza a asumir funciones sociales que antes eran exclusivas de los humanos.

Además, los chats grupales no mezclan historiales. Tienen su propia sección en la barra lateral, separada del chat personal. Tu conversación íntima con la IA sigue siendo íntima. Nadie verá tus dudas nocturnas sobre recetas o filosofía. Pero cuando abres la puerta al grupo, entras en un espacio compartido, con reglas distintas. Y si alguien se une tarde, no se le muestra el chat original, sino una copia. Así, cada versión coexiste sin interferencias. Es como tener varias copias de una misma obra de teatro, cada una con su elenco y sus silencios.

Esto no es solo una actualización técnica. Es un giro cultural. Durante décadas, la tecnología se diseñó para servir al individuo. Desde el ordenador personal hasta el smartphone, todo giraba en torno a la experiencia única. Ahora, con los chats grupales, la IA deja de ser un espejo del yo para convertirse en un espacio común. Un lugar donde pensar en plural.

¿Y qué pasa si todos empiezan a hablar al mismo tiempo? ¿Cómo decide la IA a quién contestar? Según OpenAI, GPT 5.1 está entrenado para seguir el hilo de la conversación, evaluar el contexto y, cuando conviene, simplemente escuchar. Como un buen anfitrión. Puede incluso usar emojis para reaccionar, sin necesidad de hablar. Es una forma de estar presente sin dominar. Un gesto de inteligencia emocional artificial.

Claro, aún está en pruebas. Aún no llega a todos. Pero cuando lo haga, cambiará la forma en que interactuamos con las máquinas. Ya no será una consulta, será una colaboración. Y tal vez, en algún momento, no sepamos bien quién está liderando la conversación si los humanos, o la inteligencia que hemos creado para acompañarnos.

OpenAI lo tiene claro. En su blog oficial lo dicen sin rodeos están construyendo herramientas para que las personas trabajen, creen y decidan juntas. Pero también, sin decirlo directamente, están sembrando el futuro de las relaciones humanas en entornos híbridos, donde lo digital y lo social se entrelazan como nunca antes.

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