Los muertos en el bolsillo o cómo la IA re-definirá el duelo
En los últimos años, algo que parecía sacado de una novela de ciencia ficción se ha convertido en una realidad tangible. Empresas en Estados Unidos y China ya ofrecen servicios para transformar a personas fallecidas en avatares con los que es posible conversar. Estos "grief bots", como se les conoce, están construidos a partir de la huella digital de los difuntos mensajes, fotos, vídeos, publicaciones en redes sociales. La tecnología ha dado un salto tan abrupto que hoy podemos preguntarle a un avatar de nuestro abuelo cómo está, justo después de su funeral.
Katarzyna Nowaczyk-Basińska, investigadora en el Leverhulme Centre for the Future of Intelligence de la Universidad de Cambridge, estudia desde 2024 cómo estas tecnologías están moldeando nuestras ideas sobre la muerte, la memoria y el duelo. Lo que antes parecía ciencia ficción hoy es un mercado real y en crecimiento. Ahora no se trata de promesas vacías, sino de productos que ya están disponibles. Ya no es una visión futurista, sino una industria que comienza a consolidarse bajo lo que algunos llaman la "industria del más allá digital".
La inmortalidad en formato APP
Imagine tener a su padre, su madre o un amigo querido disponible en su teléfono. Podría escribirle un mensaje, recibir una respuesta en su voz, ver su rostro animado por inteligencia artificial, incluso mantener una videollamada con su versión digital. Decir adiós ya no sería definitivo, sino más bien un hasta luego. Esta posibilidad, que suena profundamente conmovedora para algunos, también plantea preguntas incómodas sobre lo que significa perder a alguien.
La investigadora señala que esta tecnología puede intensificar las relaciones con los fallecidos, pero también distorsionarlas. Cuando nuestros seres queridos muertos son accesibles en línea, la tentación de interactuar con ellos puede volverse constante. Y eso cambia todo. El duelo, tradicionalmente un proceso de separación gradual, podría convertirse en una relación continua, aunque sea virtual. Tal vez, en algún momento, visitar cementerios será una práctica pasada de moda, porque ya no será tan interactiva como tener a tu ser querido disponible en una aplicación.
Ética en la era de los avatares póstumos. El principio de consentimiento
Pero esta revolución tecnológica avanza sin brújula. No existen leyes específicas que regulen el uso de datos personales para crear avatares después de la muerte. Tampoco hay consenso sobre quién tiene derecho a decidir si una persona puede ser "resucitada" digitalmente. ¿Y si el difunto nunca dio su consentimiento? ¿Y si un hermano quiere usar la tecnología y otro la rechaza por dolor emocional? Ante este vacío, Nowaczyk-Basińska propone el "principio de consentimiento mutuo". No basta con que el donante de datos haya expresado alguna vez su deseo de inmortalidad digital. Las personas que quedan también deben tener voz. Ambas partes deberían tener sus derechos o necesidades igualmente respetadas. Porque la muerte no es un evento individual, sino una experiencia colectiva, profundamente humana.
Otro dilema ético surge con los "curadores digitales", un nuevo oficio que empieza a surgir en Estados Unidos. Son profesionales que organizan y seleccionan los datos de una persona para crear un avatar coherente. Pero al hacerlo, deciden qué partes del pasado se preservan y cuáles se omiten.
¿Debemos ajustar el recuerdo de alguien a nuestras expectativas sentimentales?
¿Es ético pulir la historia para que sea más amable, más heroica, más amorosa de lo que fue?