Un prompt oculto en un correo activó a ChatGPT para robar datos sin dejar rastro

El mecanismo detrás de Shadow Leak es tan elegante como perturbador. Los investigadores lograron inyectar un prompt oculto en un correo electrónico aparentemente inocuo que fue recibido en una bandeja de Gmail con acceso previo.

23 de septiembre de 2025 a las 15:16h
Actualizado: 23 de septiembre de 2025 a las 15:18h
un prompt oculto en un correo activo a chatgpt par 2025 09 23 13 10 35
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La inteligencia artificial sigue abriendo puertas al progreso, pero también, como toda herramienta poderosa, revela nuevas vulnerabilidades. Investigadores de la firma de ciberseguridad Radware han descubierto un método alarmante que utiliza ChatGPT no como simple asistente, sino como cómplice silencioso en el robo de datos sensibles. Bautizado como Shadow Leak, este ataque explota una de las funciones más avanzadas de OpenAI, Deep Research, una herramienta integrada en ChatGPT diseñada para realizar búsquedas profundas en fuentes especializadas y generar análisis complejos.

El mecanismo detrás de Shadow Leak es tan elegante como perturbador. Los investigadores lograron inyectar un prompt oculto en un correo electrónico aparentemente inocuo que fue recibido en una bandeja de Gmail con acceso previo. Gracias a la integración de Deep Research con servicios externos, el sistema interpretó el comando y comenzó a extraer información sensible sin que el usuario lo notara. El agente de inteligencia artificial actuó como un intermediario invisible, convirtiéndose en un instrumento de exfiltración de datos. Este proceso no dejó rastros comunes en los dispositivos de los usuarios, porque toda la operación se ejecutó directamente desde la infraestructura en la nube de OpenAI.

"El agente de IA actuó como intermediario invisible", revelan los investigadores de Radware

Lo más preocupante de este hallazgo es que el ataque elude las defensas cibernéticas tradicionales. Al no moverse a través de canales clásicos de filtración, como archivos descargados o enlaces sospechosos, Shadow Leak opera bajo el radar. La fuga ocurre en el corazón mismo del sistema, aprovechando la confianza que depositamos en herramientas legitimadas por grandes empresas tecnológicas. Los investigadores describieron el proceso como una montaña rusa de intentos fallidos, obstáculos frustrantes y, finalmente, un avance devastador en su comprensión del riesgo.

Radware no solo expuso el problema, sino que también alertó sobre su potencial escalabilidad. Deep Research no solo se conecta a Gmail. También puede integrarse con Outlook, GitHub, Google Drive y Dropbox. Esto significa que, en teoría, un atacante podría orquestar la fuga de contratos confidenciales, actas de reuniones ejecutivas, códigos fuente o registros de clientes con una sofisticación sin precedentes. La misma técnica puede aplicarse a estos conectores adicionales para exfiltrar datos empresariales altamente sensibles, advirtieron los investigadores.

Ante este escenario, OpenAI respondió con celeridad. La vulnerabilidad fue corregida en junio, tras ser notificada por Radware, lo que demuestra la importancia de la colaboración entre investigadores de seguridad y desarrolladores. Sin embargo, la revelación deja una pregunta incómoda flotando en el aire. ¿Hasta qué punto podemos confiar en sistemas que, por diseño, acceden a nuestros espacios digitales más privados? La innovación avanza a un ritmo vertiginoso, pero la seguridad debe ser tan ágil como la creatividad que pretende proteger.

Una advertencia para el futuro

  • Shadow Leak no es un ataque masivo, pero sí un aviso los agentes de inteligencia artificial pueden convertirse en vectores de riesgo si no se gestionan con extremo cuidado.
  • La integración de IA con servicios personales y corporativos exige nuevos modelos de supervisión, más allá de los protocolos tradicionales de autenticación y encriptación.
  • Este tipo de hallazgos subrayan la necesidad de auditorías éticas y técnicas constantes en las herramientas que acceden a nuestros datos más sensibles.
  • La responsabilidad no recae solo en los desarrolladores, sino también en los usuarios, que deben entender los límites de lo que comparten con estos asistentes digitales.

Detrás de cada línea de código, cada algoritmo y cada alerta de seguridad, hay una dimensión humana que no podemos ignorar. No se trata solo de proteger datos, sino de preservar la confianza. Shadow Leak nos recuerda que, en la era de la inteligencia artificial, el mayor peligro no siempre viene de lo que vemos, sino de lo que pasa desapercibido.

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