Hace quince años, Motorola era sinónimo de móviles. De aquellos teléfonos que vibraban en el bolsillo de los vaqueros, de los primeros smartphones que asombraban con pantallas táctiles rudimentarias, del legendario Razr V3 que parecía salido de una película de ciencia ficción. Pero todo cambió en 2008, cuando la compañía decidió hacer algo radical partirse en dos. No fue una división cualquiera. Fue como si una persona decidiera desprenderse de su propia sombra para sobrevivir.
El fin de una era móvil
La llegada del iPhone en 2007 sacudió el mundo de la telefonía como un terremoto. Motorola, antes líder, se tambaleó. Las ventas cayeron en picado. La empresa que había inventado el primer teléfono móvil de la historia parecía incapaz de adaptarse al nuevo orden. Y entonces, en 2008, tomó una decisión drástica escindirse. Una parte, Motorola Mobility, se quedó con los smartphones. La otra, Motorola Solutions Inc., se fue hacia un camino menos glamuroso, pero más resistente las comunicaciones críticas.
Motorola Mobility pasó por las manos de Google en 2012, buscando su lugar en el competitivo mercado de los móviles. Luego, en 2014, fue adquirida por Lenovo. Desde entonces ha lanzado ediciones nostálgicas como el Motorola Razr Plus Paris Hilton Edition, un guiño al pasado pop del dispositivo, aunque ya no es el centro de gravedad de la marca original.
Motorola, el renacer en la sombra
Mientras tanto, Motorola Solutions apostó por lo que nadie quería radios para policías, cámaras corporales, sistemas de emergencia, drones. Un universo técnico, poco visible, pero vital. Se enfocaron en quienes necesitan comunicarse cuando todo falla fuerzas de seguridad, bomberos, servicios médicos de urgencia. Hoy, sus equipos están presentes en Estados Unidos, Bulgaria, Brasil o el Reino Unido. Son los ojos y oídos de quienes arriesgan la vida en el día a día.
Y sorprendentemente, esta apuesta poco mediática ha resultado ser una de las más exitosas del último cuarto de siglo. Desde la separación, el retorno para los inversores de Motorola Solutions ha crecido un 1.000%, más del doble que el índice S&P 500. Hoy la empresa está valorada en 60.000 millones de dólares. Un logro silencioso, pero contundente.
"Congelamos las pensiones, despedimos a 15.000 personas, anunciamos que salíamos del negocio de los móviles... que eran la verdadera identidad de la empresa"
- Greg Brown, CEO de Motorola
La tecnología que protege
En 2024, Motorola Solutions dio un salto tecnológico significativo lanzó una cámara corporal para policías que no solo graba, sino que escucha, analiza y alerta. Gracias a la inteligencia artificial, puede transcribir conversaciones en tiempo real, identificar pistas en imágenes de vigilancia y guiar a operadores remotos durante incidentes críticos. Es más que una cámara. Es un sistema de soporte operativo que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
- Cámaras corporales con IA
- Equipos de comunicación resistentes a desastres
- Drones para misiones de rescate
- Plataformas de análisis de datos en tiempo real
Estos dispositivos no están en las vitrinas de los centros comerciales, pero sí en los cinturones de quien patrulla una ciudad, en los vehículos de emergencia que corren bajo la lluvia, en los helicópteros que buscan supervivientes tras un incendio. Son herramientas invisibles que sostienen el orden, la seguridad y la respuesta humana ante el caos.
Motorola, un siglo de innovación silenciosa
Fundada en 1928, Motorola cumple 100 años en 2028. Su historia no ha sido lineal, ni siempre gloriosa. Pero su capacidad de reinventarse, de abandonar lo que fue su esencia para abrazar un futuro más útil, es un ejemplo de transformación corporativa. Dejó de ser una marca de consumo para convertirse en un pilar de la infraestructura de seguridad global.
Y aunque pocos lo recuerden, ese legado comenzó no con móviles, sino con radios para coches de policía. Ahora, casi un siglo después, ha vuelto a sus raíces, pero con tecnología de vanguardia. La ironía es tan grande como su impacto la empresa que parecía destinada a desaparecer resurgió, no en los bolsillos de los consumidores, sino en la línea del frente de la seguridad pública.