En pleno siglo XXI, con redes móviles en casi cada rincón del mapa, aún existen lugares donde una llamada se pierde, donde el mensaje no llega. Sitios remotos, montañas, desiertos, bosques profundos. Lugares donde la señal se desvanece. Hasta ahora.
Un SMS desde el espacio
Orange ha anunciado una nueva frontera en las telecomunicaciones. A partir del 11 de diciembre de 2025, sus clientes en Francia podrán enviar mensajes de texto directamente desde satélites. No por Wi-Fi, ni por radioaficionados, ni con equipos especializados. Con su teléfono móvil. Desde donde no hay torres, desde donde antes no llegaba nada.
El servicio, bautizado como Mensajes por Satélite, nace de una alianza inédita con Skylo, una empresa que opera redes no terrestres. Es un paso más en la carrera global por conectar a todos, en todo momento, incluso cuando la geografía se resiste.
La tecnología detrás de esto se llama Direct to Device. Un nombre técnico que esconde una revolución sencilla el móvil se comunica directamente con un satélite en órbita. No pasa por estaciones base, no depende de infraestructura terrestre. El satélite recibe el mensaje, lo retransmite a tierra y lo entrega a través de la red principal de Orange. Como si siempre hubiera estado ahí.
"El usuario se conecta al satélite mediante la interfaz SMS dedicada, redacta su mensaje y el satélite se encarga de enviarlo y recibirlo a través de la red móvil principal de Orange" - Portavoz de Orange
Los primeros teléfonos del futuro
La primera oleada de dispositivos compatibles será exclusiva los Google Pixel 9 y Pixel 10. Serán los primeros móviles en Europa capaces de enviar SMS vía satélite sin necesidad de accesorios externos. No cables, no antenas plegables. Solo el teléfono, el cielo y un mensaje corto que puede salvar una vida.
La limitación a los Pixel no es casualidad. Google y Orange están apostando por una integración profunda entre hardware, software y red. Es un inicio controlado, un paso medido. Pero la lista de dispositivos compatibles se ampliará próximamente, sugiere la operadora. Y eso abre la puerta a que esta tecnología se convierta en estándar, como ya ocurrió con el GPS o la conexión 4G.
Hay un precedente reciente. En 2023, Apple lanzó una función similar en sus iPhone 14, primero en Estados Unidos, con mensajes de emergencia vía satélite. Orange y Google no parten de cero. Pero sí apuntan más alto no solo emergencias, sino comunicación cotidiana, aunque sea en modo texto. No es solo un plan B cuando falla la red, es una red paralela que ya funciona.
Cobertura global, límites locales
El alcance del servicio es ambicioso. Cubrirá un total de 37 países, entre ellos España. Imagina estar en un paraje aislado de los Pirineos, en el desierto de Tabernas o en una travesía por el Atlántico. Puedes no tener señal, pero sí podrás enviar un mensaje.
Pero no todo el territorio español estará incluido desde el principio. Las Islas Canarias quedan fuera de esta primera hoja de ruta. Una ausencia que llama la atención, por su lejanía geográfica y su vulnerabilidad ante fenómenos naturales. Quizá sea un límite técnico, de órbita o de acuerdos regulatorios. O quizá simplemente sea una cuestión de prioridades. Pero su exclusión pone de manifiesto que incluso las tecnologías más globales tienen fronteras.
El precio de la conexión total
Todo esto tiene un coste. Cinco euros al mes. No es gratuito. Es un suplemento, un servicio premium. Y aunque parezca poco, plantea una pregunta incómoda ¿Debería la conectividad básica ser un derecho, incluso en el vacío entre redes?
Para muchos, esos cinco euros son asequibles. Para otros, son un lujo. Pero en contextos de emergencia, de aislamiento, de peligro, ese mensaje puede valer mucho más. Ya no hablamos de compartir una foto o hacer una videollamada. Hablamos de avisar de un accidente, de pedir ayuda, de decir simplemente estoy aquí.
Orange no es la primera ni será la última. Pero su entrada en este campo marca un antes y un después. Porque no es una empresa tecnológica lanzando un gadget. Es un operador de telecomunicaciones integrando el espacio en su red. El cielo ya no es el límite. Es parte de la infraestructura.
En 1962, Telstar 1 transmitió la primera señal de televisión vía satélite. Hoy, enviamos un SMS igual de lejos, desde la palma de la mano. La diferencia no está en la distancia. Está en la normalidad con la que lo hacemos. Como si siempre hubiera sido posible.