En 2015, mientras el mundo se acostumbraba a los primeros pasos de los electrodomésticos inteligentes, nacía en China una compañía con una misión aparentemente sencilla hacer aspiradoras más eficientes. Dreame empezó allí, entre filtros y motores, pero su ambición no cabía en una sola categoría. Hoy, apenas una década después, la empresa anuncia que quiere cambiar el juego en sectores tan distintos como los smartphones, los coches eléctricos y los electrodomésticos de gama alta. No es una evolución, es una invasión tecnológica.
Del suelo a la pantalla el salto de Dreame
Dreame no llegó de la nada. Formó parte del círculo dorado de empresas vinculadas al ecosistema Xiaomi, fabricando aspiradoras que lucían el nombre de la marca más conocida, pero con tecnología propia que poco a poco fue ganando reputación. Hoy, es el tercer fabricante global de aspiradores robot con una cuota del 11,3%, detrás de Roborock (19,3%) y Ecovacs (13,6%). Pero Dreame ya no quiere ser solo el buen alumno del grupo. Quiere ser el profesor.
Su primer móvil, el Dreame E1, apareció discretamente en la base de datos europea EPREL bajo el nombre clave W5110. No hay fotos, no hay presentaciones espectaculares, solo datos técnicos que hablan de una pantalla AMOLED de 6,67 pulgadas, una cámara principal de 108 megapíxeles, una batería de 4.850 mAh y carga rápida de 33 W. Pero hay un detalle que llama la atención siete años de actualizaciones de sistema. En un mercado donde tres años de soporte ya se consideran generosos, este compromiso suena casi revolucionario. Es una apuesta clara por la durabilidad en una industria construida sobre la obsolescencia.
Una fábrica de futuro
Dreame no juega a improvisar. La empresa cuenta con 5.000 empleados, y el 60% de ellos trabaja directamente en investigación y desarrollo. Eso no son números decorativos. Es una señal clara esta compañía no quiere copiar, quiere crear. Y para ello, invierte el 7% de sus ingresos anuales en innovación, una cifra que rivaliza con gigantes consolidados del sector tecnológico.
El motor de esta estrategia lo lleva Sean Chen, CEO de Dreame en Europa Occidental, quien no oculta sus aspiraciones.
"No ha habido apenas innovación en electrodomésticos en décadas. Queremos cambiar eso"
Dreame quiere meterle inteligencia, conectividad y diseño a productos que han estado dormidos tecnológicamente.
Y no se queda en palabras. Durante la reciente IFA en Alemania, la compañía anunció el lanzamiento en España de televisores, aires acondicionados, lavavajillas y electrodomésticos de cocina. Están construyendo un ecosistema completo, donde cada dispositivo hable con los demás. No es solo vender más. Es crear un hogar que responda como un solo organismo.
El sueño de los tres tigres
En una reunión interna, el CEO global de Dreame lanzó una meta que suena a desafío épico quieren convertirse en uno de los tres grandes de la tecnología de consumo, junto a Huawei y Xiaomi. No es una afirmación vacía. Es un plan. Y el camino lo están trazando con productos que trasciendan categorías.
Su entrada en el segmento de coches eléctricos no es una broma de salón. Está alineada con una tendencia global la convergencia entre móviles, vehículos y hogares inteligentes. Jim Farley, CEO de Ford, lo resumió recientemente mientras probaba el Xiaomi SU7
"Con el móvil controlas el coche, y desde el coche controlas la casa"
Una frase que suena a ciencia ficción, pero que ya es funcionalidad real en algunos modelos. Dreame quiere estar en ese triángulo, no como proveedor, sino como arquitecto.
¿Quién controlará tu vida digital?
El crecimiento de Dreame plantea una pregunta más profunda ¿quién tendrá el control de nuestra vida conectada? Hasta ahora, ese papel lo han jugado gigantes como Apple, Samsung o Google. Pero ahora, empresas chinas con raíces en productos cotidianos están construyendo su propio imperio desde el suelo hacia arriba. Literalmente, desde el aspirador hacia el coche.
Esto no es solo sobre tecnología. Es sobre hábitos, sobre confianza, sobre quién diseña la interfaz entre nosotros y nuestras casas. La innovación ya no está solo en las pantallas, está en los espacios que habitamos. Y Dreame apuesta fuerte a que el futuro no será de quien haga el mejor teléfono, sino de quien logre integrar todos los dispositivos en una experiencia fluida, silenciosa, casi invisible.
La próxima vez que limpies tu casa con un robot aspirador, pregúntate ¿quién fabricó ese dispositivo? ¿Y quién, muy posiblemente, fabricará tu próximo móvil, tu televisor o incluso tu coche? Las fronteras entre categorías se están desdibujando. Y Dreame ya está caminando sobre ellas.