En medio de una profunda crisis de vivienda, el gobierno de Nueva Gales del Sur ha puesto sus ojos en una solución que suena como ciencia ficción pero que pronto podría ser realidad un sistema de inteligencia artificial capaz de desbloquear miles de proyectos estancados. La noticia no pasó desapercibida. Paul Scully, ministro de planificación y espacios públicos, no dudó en calificarla como un verdadero "cambio de paradigma", una frase que resuena con fuerza en un país donde encontrar una casa asequible parece cada vez más una quimera.
El objetivo es claro y urgente. Se trata de acelerar el proceso de aprobación de viviendas, eliminando cuellos de botella burocráticos que han mantenido paralizados miles de proyectos. La IA, en este contexto, no es un experimento tecnológico por el mero gusto de innovar, sino una herramienta diseñada para que la construcción comience y nuevas llaves entren en nuevas puertas. Esta frase, pronunciada por Scully, encapsula una promesa tangible que la tecnología sirva al bien común, que se traduzca en techos sobre cabezas.
Se espera que el sistema esté operativo para finales de 2025. Mientras tanto, otros estados ya están explorando caminos similares. Tasmania está desarrollando una política integral de inteligencia artificial aplicada al urbanismo, mientras que Australia del Sur ha lanzado un piloto a pequeña escala que permite a los desarrolladores enviar planos arquitectónicos digitales para su evaluación automática. Estos planos son analizados por algoritmos que verifican su cumplimiento con criterios preestablecidos, eliminando la lentitud de revisiones manuales.
Una crisis con cifras concretas
Las cifras lo dicen todo. Según declaraciones conjuntas de la ministra federal de vivienda Clare O"Neil y del ministro de medio ambiente y agua Murray Watt, existen actualmente 26.000 viviendas estancadas en el proceso de evaluación por cumplir con leyes de protección ambiental. Esta carga regulatoria, necesaria en muchos aspectos, se ha convertido en un obstáculo que frena no solo la oferta de viviendas, sino también la productividad económica. La inteligencia artificial entra aquí como un facilitador, capaz de procesar datos, cruzar información y tomar decisiones técnicas con una velocidad imposible para equipos humanos.
"Estas soluciones pueden desbloquear más viviendas y aumentar la productividad en toda la economía" - Jim Chalmers, tesorero nacional.
El gobierno federal ve en esta iniciativa un modelo replicable. No es solo un salto tecnológico, sino un cambio de escala. Si funciona, podría marcar un antes y un después en cómo se gestionan las ciudades, cómo se construyen comunidades y cómo se responde a las necesidades de una población en crecimiento.
La sombra del pasado el fantasma de Robodebt
Pero no todo es entusiasmo. La historia reciente de Australia conserva una herida abierta el programa Robodebt. Presentado como una solución eficiente para recuperar deudas de asistencia social, terminó siendo un desastre humano y financiero. La automatización, en aquel caso, careció de empatía, de revisión humana, de justicia. Provocó errores masivos, afectó a miles de personas inocentes y generó una pérdida de confianza en el gobierno que aún perdura. El costo final se estimó en 4.700 millones de dólares, sin contar el daño social.
Este pasado obliga a la reflexión. La inteligencia artificial aplicada a la vivienda no puede cometer los mismos errores. No puede convertirse en una caja negra que niega derechos sin explicaciones. La tecnología debe servir, nunca sustituir, el juicio humano. Este es el equilibrio más delicado. Las decisiones sobre dónde se construye, cómo se construye y quién accede a una vivienda no son meros datos, son vidas.
Por eso, mientras se avanza hacia una administración más ágil, es fundamental recordar que detrás de cada solicitud de vivienda hay una familia, un sueño, una necesidad. La eficiencia no puede medirse solo en velocidad, sino también en equidad. La burocracia, por lenta que sea, existe para proteger. La IA, si se implementa con criterio, podría hacerlo mejor, más rápido y con menos errores, pero solo si se diseña con transparencia, supervisión humana y una ética clara.
- El sistema de IA en Nueva Gales del Sur busca acelerar la aprobación de viviendas estancadas
- Se espera que esté operativo para finales de 2025
- 26.000 viviendas están actualmente detenidas por procesos regulatorios
- El legado de Robodebt exige cautela en el uso de automatización en políticas públicas
El desafío no es solo técnico, es moral. La innovación debe tener alma, no solo algoritmos. Si esta herramienta logra equilibrar velocidad y justicia, podría convertirse en un faro para otros países que enfrentan problemas similares. Pero si repite los errores del pasado, se convertirá en otro capítulo de cómo la tecnología, por bien intencionada que sea, puede herir cuando olvida al ser humano. El futuro de las ciudades no se construye solo con cemento, sino con decisiones que respeten la dignidad de quienes las habitan.