7 de cada 10 personas autistas evitan conducir por ansiedad sensorial: un simulador busca cambiar eso

Las barreras que enfrentan muchas personas autistas al considerar la posibilidad de conducir van mucho más allá de la mecánica del vehículo.

19 de septiembre de 2025 a las 08:02h
Actualizado: 19 de septiembre de 2025 a las 08:03h
aprender a conducir sin miedo como la realidad vir 2025 09 19 05 56 44
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Conducir un automóvil no es solo una cuestión de dominar el volante o memorizar las señales de tráfico. Para muchas personas, especialmente aquellas con autismo, el acto de conducir implica enfrentar una red compleja de estímulos sensoriales, interacciones sociales y niveles de ansiedad que pueden volverse abrumadores. Un nuevo proyecto conjunto entre la University of Bath y la University of Exeter está abordando estas dificultades desde una perspectiva innovadora y profundamente humana el uso de simuladores de realidad virtual para ayudar a personas autistas a aprender a conducir con mayor confianza y autonomía.

Las barreras que enfrentan muchas personas autistas al considerar la posibilidad de conducir van mucho más allá de la mecánica del vehículo. Sensibilidades sensoriales intensas, dificultades para interpretar señales sociales en intersecciones o la presión de tener a un instructor al lado pueden convertir una experiencia que muchos dan por sentada en una fuente constante de estrés. Sophy Tyler, de 29 años y residente en Bath, recuerda con claridad ese miedo inicial. Encontrar la idea de conducir sin un instructor presente le parecía realmente aterradora. Su experiencia no es única, y por eso este proyecto busca ofrecer una alternativa que permita avanzar sin prisas, sin juicios, sin consecuencias reales al cometer errores.

Tecnología al servicio de la autonomía

Liderado por el Dr. Tom Arthur, investigador de la University of Exeter, el estudio explora cómo las tecnologías de realidad extendida pueden convertirse en herramientas fundamentales para superar estos obstáculos.

"Al centrarnos en desafíos reales de conducción y en las barreras específicas que enfrentan las personas autistas, esperamos promover la independencia" - afirma el doctor Tom Arthur.

La realidad virtual no sustituye al instructor, pero sí ofrece un espacio seguro donde practicar, equivocarse y aprender en un entorno controlado, sin el peso del mundo exterior.

El profesor Mark Brosnan, de la University of Bath, explica que el enfoque nace de una comprensión profunda de las necesidades reales. Muchas personas autistas tienen dificultades con las altas cargas sensoriales y niveles elevados de ansiedad. A veces, simplemente sentarse junto a un instructor puede ser un reto. Comprender las señales no verbales en una intersección, por ejemplo, puede resultar confuso. Por eso, el equipo está trabajando con desarrolladores tecnológicos para crear simulaciones que puedan usarse desde la comodidad del hogar, adaptadas a las particularidades de cada persona.

Un espacio para aprender sin miedo

Maisie Hughes, de 19 años y participante del proyecto, describe con claridad el valor de esta propuesta. Esto daría a las personas la oportunidad de aprender a conducir a su propio ritmo y cometer errores que no importan porque no son reales. Esa libertad para fallar es, en muchos casos, la clave para construir confianza. En un simulador, nadie juzga si tardas más en reaccionar, si necesitas repetir una maniobra o si requieres pausas frecuentes. Es un espacio donde el aprendizaje no se mide por tiempos sino por avances personales.

El proyecto aún se encuentra en fases tempranas, y los investigadores están evaluando cuál es el momento óptimo para introducir la tecnología. ¿Es más útil antes de comenzar las clases con un instructor o como complemento durante el proceso de aprendizaje? Esta pregunta no tiene respuesta sencilla, pero lo que sí está claro es que la tecnología, cuando se diseña con empatía, puede abrir puertas que antes parecían cerradas.

  • La realidad virtual permite simular escenarios complejos como tráfico denso o condiciones climáticas adversas
  • Los usuarios pueden personalizar la intensidad de los estímulos visuales y auditivos según la la que se sientan más cómodos
  • El entrenamiento en casa reduce la ansiedad asociada a entornos nuevos o sociales
  • El enfoque busca integrarse con programas de enseñanza tradicionales, no reemplazarlos

Más allá de los algoritmos y los gráficos digitales, lo que late en el corazón de este proyecto es una idea sencilla pero poderosa la independencia no se construye al ritmo del promedio, sino al ritmo de cada persona. La tecnología no debe imponer normas, sino adaptarse a quienes la usan. Y en ese proceso, no se trata solo de enseñar a conducir un coche, sino de devolver el control sobre una decisión que muchas veces se les ha negado.

Estos simuladores no prometen soluciones milagrosas, pero sí ofrecen algo valioso la posibilidad de ensayar la libertad. Para muchas personas autistas, tener acceso a un coche puede significar moverse sin depender de otros, llegar a trabajos, estudios o simplemente salir a pasear por decisión propia. Detrás de cada dato, de cada algoritmo, hay un deseo humano muy concreto poder conducir sin miedo, sin apuro, sin ser juzgado.

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