82,4% de pacientes libres de cáncer de vejiga tras tratamiento con dispositivo del MIT

El corazón de esta innovación creada por el MIT es un dispositivo capaz de permanecer en la vejiga durante dos semanas, liberando de forma controlada un medicamento directamente sobre el tejido afectado.

13 de septiembre de 2025 a las 10:10h
82,4% de pacientes libres de cancer de vejiga tras el tratamiento
82,4% de pacientes libres de cancer de vejiga tras el tratamiento

En una señal más del poder transformador de la ciencia bien orientada, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha dado luz verde a un sistema innovador para tratar una forma especialmente agresiva de cáncer de vejiga. Este avance no nació en un entorno clínico convencional, sino en un laboratorio del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, el Koch Institute for Integrative Cancer Research, donde hace más de diez años comenzó como una simple hipótesis entre ingenieros y biólogos. Hoy, esa idea se ha convertido en una herramienta médica que promete cambiar el curso de la enfermedad para miles de pacientes.

El sistema fue concebido originalmente por el profesor Michael Cima, catedrático de ingeniería en el MIT, con el apoyo financiero de los National Institutes of Health y el Deshpande Center. Cima y su equipo no partieron de la tecnología, sino de los problemas reales que enfrentan los urólogos en la práctica diaria. Escucharon, dialogaron, diseccionaron los fallos de tratamientos previos y construyeron un dispositivo que respondiera a necesidades clínicas concretas. La meta era clara crear un sistema tan intuitivo que no requiriera leer el manual. Queríamos que los urólogos supieran cómo usarlo incluso sin leer las instrucciones, afirmó Cima, y ese enfoque centrado en el usuario terminó siendo clave para su éxito.

El corazón de esta innovación es un dispositivo capaz de permanecer en la vejiga durante dos semanas, liberando de forma controlada un medicamento directamente sobre el tejido afectado. Una de las mayores dificultades en los tratamientos anteriores era la expulsión del sistema durante la micción. Para resolverlo, el equipo utilizó una aleación con memoria de forma, un material que se adapta a la anatomía de la vejiga una vez insertado, anclándose de manera segura sin causar daño. Esta característica, fruto de la ciencia de materiales aplicada a la medicina, permite una administración sostenida del fármaco, aumentando su eficacia.

El dispositivo puede retirarse fácilmente mediante un cistoscopio, un instrumento habitual en la práctica urológica, lo que facilita su integración en los procedimientos hospitalarios ya existentes. En un estudio clínico con pacientes que padecen cáncer de vejiga no músculo-invasivo de alto riesgo, los resultados fueron contundentes un 82,4 por ciento de los tratados no mostró evidencia de enfermedad tras el tratamiento. Más de la mitad de estos pacientes continuaban libres de cáncer nueve meses después, una esperanza significativa en una patología con alta tasa de recurrencia.

Detrás de este dispositivo no hay solo una mente brillante, sino una constelación de esfuerzos. Heejin Lee, Hong Linh Ho Duc, Grace Kim y Karen Daniel, todas graduadas del MIT, fueron parte fundamental del desarrollo. Lee, en particular, trabajó en el sistema como parte de su tesis doctoral, demostrando cómo la formación académica rigurosa puede traducirse directamente en soluciones médicas reales. Los productos farmacéuticos como este requieren un esfuerzo enorme, señaló Cima, reconociendo que más de mil personas han intervenido en su desarrollo y comercialización. Esta cifra no es solo un dato, sino un tributo al trabajo colectivo que sostiene cada avance en salud.

La tecnología dio origen a TARIS Biomedical LLC, empresa cofundada por Michael Cima y Robert Langer, otro gigante de la bioingeniería en el MIT. La adquisición de TARIS por Johnson & Johnson en 2019 marcó un hito en el camino de traslación desde el laboratorio al paciente. La licencia de la tecnología, otorgada por el MIT, fue un paso decisivo para que esta innovación saliera del ámbito académico y llegara a quienes más la necesitan. Langer destacó que este sistema es un ejemplo claro de cómo la ciencia básica puede transformarse en tratamientos que cambian vidas. Para él, este logro es la prueba de que la investigación en cáncer debe arrancar desde la ciencia fundamental y la ingeniería para alcanzar su máximo impacto.

Una victoria del diseño centrado en el paciente

Lo que diferencia a este sistema no es solo su eficacia, sino su diseño inteligente. Nació del diálogo entre científicos e urólogos, pensado para integrarse sin fricción en la práctica médica. No es un artefacto complicado que requiere nuevos protocolos, sino una extensión natural del trabajo clínico. Este enfoque, que prioriza la experiencia del médico y del paciente, es una lección para el futuro de la innovación biomédica.

La aprobación de la FDA abre una puerta esperanzadora para quienes enfrentan un diagnóstico de cáncer de vejiga no músculo-invasivo de alto riesgo. Hasta ahora, las opciones terapéuticas eran limitadas, con altas tasas de recurrencia y efectos secundarios que afectaban la calidad de vida. Este nuevo sistema ofrece una alternativa más eficaz, menos invasiva y mejor tolerada. Necesitamos seguir apoyando actividades como estas, insistió Cima, recordándonos que detrás de cada tratamiento hay años de investigación, fracasos silenciosos y una red de personas que cree en el poder de la ciencia para curar.

Este logro no es solo de un laboratorio, ni siquiera del MIT. Es de todos aquellos que entienden que la ciencia no debe quedarse en los papeles, sino caminar hacia el consultorio, el quirófano, la vida cotidiana de las personas. En el alma de este dispositivo late el compromiso de transformar datos en esperanza, de convertir moléculas y metales en una oportunidad más para vivir.

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